Apuntes sobre pandemia y política. Parte II: Llueve sobre mojado
Este pasado martes, el Gobierno aprobó una serie de medidas económicas extraordinarias en relación a la epidemia por coronavirus, orientadas fundamentalmente a la inyección pública de fondos para las administraciones locales (comunidades autónomas y ayuntamientos), ayudas para las empresas (pago de las cuotas de la seguridad social, entre otras) y para las y los trabajadores que pierdan su empleo a causa de los expedientes de regulación temporal de empleo.
Medidas, más keynesianas que
socialdemócratas, con las que se pretende minimizar el impacto de la
situación sobre la economía.
[Nota bene: reactivar el
circuito del capital mediante el estímulo público, pero sin
modificar la distribución de la riqueza entre las clases sociales,
tiene mucho más que ver con Keynes que con la
socialdemocracia]
Mientras, se mantiene el mandato al aislamiento
y el encierro en casa que, no obstante, debe paralizar la producción
lo menos posible.
Y aunque, dada la imperiosa necesidad de abastecer a los hospitales de material médico, se ha llevado a cabo la transformación en la línea de fabricación de alguna empresa puntual mediante esa movilización de fondos públicos, sin embargo no se ha planteado, ni se espera que se plantee, un plan para organizar la producción en torno a las necesidades sociales actuales o futuras.
Llueve sobre mojado para las clases
populares, que vieron cómo la crisis financiera de 2008 se saldó
con ajustes salariales, precarización del empleo, recortes sociales
(en una senda privatizadora del sector público que aún hoy se
mantiene), medidas con las cuales se reflotó el beneficio
capitalista; unas clases populares que sufrirán las consecuencias de
la tormenta aparentemente pasajera del coronavirus y del temporal de
una futura crisis económica anunciada desde hace ya meses en el
horizonte y que ahora parece acercarse, y para la cual no se ha
tomado ningún tipo de medida ni en España ni fuera de ella.
Por
su parte, la especulación financiera continúa. Las bolsas del mundo
permanecen abiertas, pese a las pérdidas en todos los mercados, en
principio para evitar la huida de las inversiones a otros países,
mientras unos pocos esperan amasar fortunas apostando en los parqués
por el infortunio de muchos.
Y el tiempo va pasando. En el contexto de la epidemia por coronavirus, se van convirtiendo en normales ideas que están en los intereses del capital: la flexibilidad horaria, el teletrabajo, mayor laxitud en los derechos laborales; ideas que hace tiempo vienen planteándose desde la órbita de la patronal y que redundan en menores costes empresariales y mayores beneficios del capital, en detrimento de las y los trabajadores y demás capas populares.
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